Nuestra Fundación Piel Violeta dedica su trabajo a las comunidades educacionales, artísticas, de arquitectura y urbanismo, en el ámbito privado y público, con el fin de contribuir a la prevención y erradicación de la violencia de género desde la infancia. Además, compartir los conocimientos, valores, actitudes y habilidades para una educación sexual integral (ESI).
Nos mueve la necesidad de producir un cambio en la sociedad para que el sometimiento deje de existir. Este proceso no sólo atañe a las comunidades de niñas y mujeres, sino que también a los hombres; es una liberación, una posibilidad de dejar el mandato de la virilidad. Por otro lado, concierne a las comunidades más vulnerables, que han sido infravaloradas y excluidas de las decisiones y las actividades consideradas significativas, por no ser hombres, blancos, sanos, heteros, o simplemente por vivir y ver la vida de forma diferente.
Ya no basta con tener gafas violetas. ¡Necesitamos una piel violeta! Así podremos sentir claramente las desigualdades y el sometimiento que sufren: niñas, mujeres, personas no blancas, enfermas, no heteros, etc.